Rimas
Las rimas de Bécquer son, en su mayoría, breves poemas de una, dos o tres estrofas, en las que la mayoría son de cuatro versos, tanto endecasílabos como heptasílabos combinados entre ellos a largo de toda la obra, en asonancia alternante en los pares y de "pie quebrado". La característica más destacada en cuanto a la métrica es que tienen un carácter indiscutible de poesía culta, pero siguen el camino de las formas líricas tradicionales en cuanto a rima y brevedad.
Lo primero que destaca en el lenguaje de las Rimas es su escasez de adjetivos. También fue parco en el uso de metáforas y otros tropos. No hay oscuridad en su poesía. Sí utiliza, en cambio, con frecuencia la anáfora y, en general, muy ricas y diversas estructuras paralelísticas, tanto sintácticas como semánticas. También aparece con frecuencia el hipérbaton. Bécquer huye de la poesía narrativa y retórica tan frecuente en su tiempo. No hay narración en las Rimas, aunque sí descripción. Lo que constituye el centro lírico de sus poemas es su sentimiento; lo demás es lo circunstancialmente mínimo para que se comprenda la expresión de su sentir. El secreto de la profunda impresión que ha causado la poesía de Bécquer es ese saber decir, íntimo y confidencial, sin retóricas huecas ni pretensiones de brillantez, intentando expresar su sentir clara y exactamente, con los mínimos elementos necesarios.
Se ha dicho que las Rimas son la historia de un amor desgraciado. En efecto, los temas dominantes son la búsqueda del tú amoroso y la confrontación y el antagonismo entre el tú de la amada y el yo del poeta. Como aspectos parciales, el tú de la amada se concreta en poemas en los que se canta su belleza, dormida o despierta, aunque también en otros, la mujer fatal, engañadora, cínica o estúpida. El yo del poeta se concreta en poemas en los que aparece ilusionado y enamorado o dolorido, hastiado y decepcionado.
Temas:
- El amor: como buen romántico, no podía faltar el amor en sus palabras. La mayoría de sus poesías hablan de amor. En esta breve pero intensa rima, se puede observar el sentimiento con el que Bécquer escribía:
XX
Sabe si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.
De nuevo, con su brevedad característica, podemos ver como Bécquer expresa sus sentimientos:
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
XXXVIII
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
- Desengaño amoroso: también hay gran cantidad de poemas cuyo tema central es el desengaño. El claro ejemplo de este tipo de poemas es su poema más conocido, o uno de los más conocidos, la rima LIII:
LIII
Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar
como yo te he querido... desengáñate,
nadie así te amará.
También podemos ver cómo afecta a Bécquer un desengaño en la siguiente poesía:
XLV
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingirle labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.
- La poesía: en varios poemas se puede observar que Gustavo habla de la poesía misma o, en ocasiones, habla a alguna mujer como si de la poesía se tratase.
IV
[...]
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
[...]
- La fugacidad de la vida y la muerte: hay varios poemas en los que Bécquer menciona tanto la muerte como a los muertos y, como no, habla de la fugacidad de la vida, de lo breve que es en realidad.
LXIX
Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!
La gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar es morir!
LXXIII
[...]
La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto,
perdido en las sombras
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
[...]
- Pesimismo y sinsentido de la vida: hay versos en los que Bécquer dejo ver que, como para Rosalía de Castro, la vida no tiene sentido, y actúa con pesimismo.
V
Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.
Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.
[...]
Un dato curioso es que, el pasado 7 de febrero de 2010, se descubrió que tal vez en las traducciones que Bécquer hacía del francés al español incluyera rimas propias. No se sabe por qué Bécquer no las publicó como suyas, tal vez porque Bécquer siempre repetía la frase de que “la mejor poesía escrita es aquella que no se escribe”. Así lo dice Agustín Porras en una reciente investigación de la que la periodista Patricia Godino hizo un artículo en el periódico sevillano Diario de Sevilla.
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